María Villarroya: “Es crucial reconocer que existen sesgos en la promoción de mujeres en carreras científicas”

Encontrarse con la biografía de Marie Curie fue inspirador para María Villarroya, quien a pesar de haber contado siempre con mujeres científicas como referentes en su familia, es consciente de la escasez de representación femenina en estas disciplinas. En su trayectoria en el I3A ha compaginado su trabajo en el Grupo de Arquitectura de Computadores de Zaragoza (GAZ), con su compromiso con la promoción de la igualdad de género en el ámbito STEM impulsando el proyecto “Una ingeniera en cada cole”.
Por Alejandra Catalán
María Villarroya

Por qué decidió dedicarse a la investigación

Tomé la decisión cuando realicé un programa de intercambio Erasmus durante el cuarto año de carrera. En mi estancia en Alemania, en la Universidad de Paderborn, las prácticas de laboratorio consistían en abordar temas de investigación abiertos, donde tenías que trabajar activamente en su desarrollo. Fue entonces cuando descubrí el proceso científico, donde los resultados se van revelando a medida que llevas a cabo experimentos y observas lo que ocurre, permitiéndote comprender el porqué de las cosas. Esta experiencia fue determinante en mi decisión de dedicarme a la investigación.

¿Tuvo alguna mujer referente en la que se inspiró cuando era niña?

Tuve la oportunidad de leer la biografía de Marie Curie cuando estaba en la escuela y fue una inspiración para mí, de hecho, decidí estudiar Física. Pero también, he tenido muchas referentes próximas. Siempre destaco el papel de mis abuelas, ambas mujeres que asistieron a la universidad, algo que en aquel entonces era poco común. Ver que una era licenciada en Filosofía y Letras y la otra en Química, me mostró que podía seguir tanto carreras científicas como humanísticas. Además, muchas de mis tías son matemáticas, farmacéuticas... El entorno en el que crecí estaba lleno de mujeres de cualquier disciplina.

De mi abuela, la química, suelo contar varias anécdotas. Estudiamos muchas cosas juntas, toda la química que sé, siempre la repasé con ella, y ella lo hacía encantada. Se acordaba de absolutamente todo, en ningún momento dudó de ninguna valencia. Sin embargo, en su camino profesional enfrentó dificultades, como cuando le dijeron que "ni una Madame Curie dará clases en esta Facultad", ella llevaba dos años como profesora voluntaria y dejó la universidad como docente. No me lo contó durante mucho tiempo porque no quería preocuparme con esas dificultades que podíamos encontrar.

Háblenos del proyecto “Una ingeniera en cada cole”. ¿Cuál ha sido su contribución en este proyecto?

Se podría decir que soy el “alma mater” del proyecto, tuve la idea hace más de diez años. El motor que impulsó esta iniciativa fue la preocupación que teníamos un grupo de profesoras de la Universidad de Zaragoza, todas socias de AMIT-Aragón (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas en Aragón), por la baja presencia de mujeres en los campos de la ingeniería y las ciencias. Yendo a guarderías y colegios a hablar de nuestro trabajo observamos que la brecha de género en la elección de carreras STEM se estaba creando en la Primaria, era la etapa en la que había que actuar. En Infantil no había sesgo, pero en Secundaria las jóvenes ya no querían saber nada de esta disciplina.

Reunimos un grupo de 70 voluntarias para hacer una actividad en colegios de Aragón que hablase de la ingeniería, en la que contásemos nuestro trabajo, que fuésemos referentes próximos. Teníamos que ir a centros que fuesen cercanos por alguna razón, porque fuese el de nuestro barrio, el de nuestras hijas, en el que estudiamos nosotras, y hacer un taller. Con el tiempo, hemos crecido, hemos tenido proyectos financiados, ofrecemos formación a las voluntarias, que son apasionadas de su trabajo y quieren contar lo que hacen, y vemos que tenemos éxito, creo que estamos haciendo una buena labor.

Que haya representación femenina en la ciencia es crucial porque aún faltan muchos modelos a seguir para las jóvenes.

¿Por qué considera que es importante la existencia de esta representación de la mujer en la ciencia?

Que haya representación femenina en la ciencia es crucial porque aún faltan muchos modelos a seguir para las jóvenes. Aunque he tenido la suerte de contar con referentes cercanos en mi familia y entorno, son escasos en la sociedad en general. Raramente se ven mujeres científicas en series de televisión o se incluyen en los libros de texto y, a menudo, las profesionales no divulgan sus logros.

Hay muchas profesiones con las que se tiene más contacto directo, como las vinculadas a la educación o las sanitarias, pero hay otras como la Ingeniería que, aunque la utilizamos en el día a día, no ponemos en valor cómo se producen estos desarrollos tecnológicos. Es importante esta visibilidad, es esencial llevar a cabo actividades escolares para fomentar el interés y la comprensión de conceptos básicos. Estas prácticas permiten a los y las estudiantes explorar, crear, pensar y trabajar en equipo.

En 2020 del proyecto “Una ingeniera en cada cole” salió la publicación “10001 ingenieras”. ¿Qué objetivos tuvo esta publicación y qué impacto cree que ha tenido en la visibilización de las mujeres en la Ingeniería y la Ciencia?

El proyecto "Una ingeniera en cada cole" tuvo que adaptarse a las circunstancias del año 2020, cuando las escuelas cerraron debido a la pandemia. Teníamos el dinero de dos proyectos para divulgación, uno de la Fundación Española por la Ciencia y la Tecnología, y otro del Instituto de las Mujeres, que teníamos que invertir, y nos permitieron reformular lo que queríamos hacer, que era ir a los colegios, que estaban cerrados. Así nació la publicación "10001 ingenieras", un libro que se envió a todos los colegios de Aragón y superó todas las expectativas iniciales.

Se invitó a 15 voluntarias a compartir sus experiencias, inspiraciones y experimentos en un formato accesible para los más jóvenes. Muchas de nosotras contamos con un primer filtro, que en mi caso fueron mis hijas. Leyeron los primeros borradores y cuando no entendían algo lo reescribíamos. Al principio no sabíamos cómo iba a quedar, nunca habíamos escrito para niños y niñas, pero fue muy gratificante el resultado.

Hemos tenido muchos reconocimientos, la retroalimentación que me ha llegado de los colegios ha sido maravillosa, y que el Ministerio de Educación lo comprase para las escuelas de Ceuta y Melilla fue otra gran satisfacción. También, el proyecto ha sido galardonado con varios premios, incluido el Premio Exducere del Ayuntamiento de Zaragoza en 2021 y el tercer premio de la Alianza STEM 2022 por el Talento Femenino a través de la Sociedad de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas del Ministerio de Educación y Formación Profesional. Todo esto pone en valor el trabajo realizado.

¿Cuánto tiempo lleva vinculada al I3A? ¿Qué destacaría del Instituto en términos de promoción de la participación de las mujeres en la investigación en ingeniería y ciencia?

Me incorporé al Instituto tras acabar mi tesis en 2005. El I3A destaca por poner en valor la excelencia en la investigación en Ingeniería y fomentar la colaboración entre diversos campos. Además, sirve como una herramienta fundamental para el apoyo en la gestión de la investigación, una tarea que, a menudo, resulta desafiante.

Gracias a que formamos parte del Instituto, muchas mujeres que llevamos tiempo trabajando en esa promoción de la igualdad de oportunidades, hemos encontrado apoyo en los equipos de dirección, quienes han respaldado nuestras iniciativas. Es crucial reconocer que existen sesgos en la promoción de mujeres en carreras científicas, reflejo de los sesgos presentes en la sociedad en general. La conciencia de ellos y el apoyo brindado por el I3A son fundamentales para demostrar que creemos y queremos esa excelencia, y que para ella necesitamos inclusión.

Es crucial encontrar un equilibrio entre rendimiento y eficiencia energética, especialmente en un contexto donde el uso de computación está en constante aumento.

En su grupo de investigación, ¿cuáles son sus líneas o áreas de trabajo más destacadas?

Trabajo en el grupo de Arquitectura de Computadores de Zaragoza (GAZ), donde investigamos para mejorar los sistemas de computación a nivel de hardware. Nuestro objetivo es proponer soluciones que optimicen el rendimiento y reduzcan el consumo energético. Actualmente, mi trabajo se centra en los sistemas heterogéneos, que son sistemas de computación con varios tipos de procesadores, como CPUs, GPUs y FPGAs. Buscamos utilizar el dispositivo más adecuado para cada aplicación, considerando tanto la velocidad de procesamiento como el consumo energético.

Es crucial encontrar un equilibrio entre rendimiento y eficiencia energética, especialmente en un contexto donde el uso de computación está en constante aumento, lo que incrementa el consumo energético y, en consecuencia, las emisiones de CO2. Como sociedad, es importante reducir este consumo energético y ser conscientes del impacto ambiental de nuestras actividades informáticas, buscando siempre minimizarlo.

Algún proyecto que quiera destacar

Creo que el primer trabajo de investigación que hacemos siempre nos marca, y para mí ese fue mi tesis doctoral. Tuve la suerte de hacerla en la Universidad Autónoma de Barcelona bajo la dirección de la catedrática Núria Barniol, en colaboración con el Centro Nacional de Microelectrónica. El proyecto se centró en el diseño y la fabricación de sistemas micronanoelectromecánicos, específicamente en la creación de sensores de masa para medir pesos muy pequeños.

Participé en todas las etapas del proyecto, desde la conceptualización hasta la fabricación. Esta investigación se hizo en un proyecto europeo que me brindó la oportunidad de colaborar con investigadores e investigadoras de diversas universidades de Dinamarca, Suecia, Francia, incluso con empresas. Fue un trabajo que me abrió todas las puertas que hay en la investigación. Aprendí que esta profesión no se limita al ámbito local, que no lo puedes hacer solo y cuando tienes propuestas nuevas todo el mundo quiere colaborar. También, que cuando tienes retos nuevos hay veces que las cosas no salen, pero el proceso igualmente es importante.

¿Qué es lo que más disfruta de su profesión? ¿Y lo que menos?

Lo que más disfruto es poder conocer el trabajo de otras personas, avanzar en el conocimiento, diseñar experimentos para obtener resultados y poder discutir con otras personas que también se dedican a la investigación.

Lo que menos, la burocracia asociada al trabajo en Administraciones Públicas. Aunque entiendo la necesidad de justificar y controlar los procesos, a veces siento que invertimos demasiado tiempo en actividades de gestión.

¿Qué mensaje les enviaría a las jóvenes que están considerando dedicarse a la investigación en ingeniería y ciencia?

Es una oportunidad única. Es una profesión en la que trabajas con personas diversas y en diferentes niveles, siempre aprendiendo y generando nuevas iniciativas. Puedes cambiar el enfoque de tu carrera en cosas muy distintas. Es dinámica, llena de oportunidades y, sobre todo, muy divertida.

DE CERCA...

Qué estudió: Licenciatura en Ciencias Físicas

Un sueño por cumplir: Aprender a esquiar

A qué se dedica en su tiempo libre: Me gusta ir al monte, hacer excursiones con raquetas, bailar y leer.

Un libro: Lean In: Women, Work and the Will to Lead

Una película: Ágora

Cantante favorito: Joaquín Sabina

Un viaje: Nepal

Cómo se definiría: Una persona que una vez que se pone propósitos busca las estrategias para conseguirlos, que se preocupa por las personas que tiene alrededor, por estar con ellas e intentar estar bien en todos los niveles.

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