La Real Academia de Ingeniería (RAI) ha concedido el Premio Agustín de Betancourt y Molina al investigador del I3A Óscar Lucía, ingeniero industrial y profesor titular de la Universidad de Zaragoza en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura (EINA). Un reconocimiento a su trayectoria y a las contribuciones a la ingeniería desde el ámbito de la Electrónica de Potencia, donde investiga para procesar energía de la manera más eficiente posible y lo hace trabajando en sistemas electrodomésticos, aplicaciones en automoción y biomedicina.
Óscar Lucía forma parte del Grupo de Electrónica de Potencia y Microelectrónica (GEPM). Su perfil investigador destaca por su interés en la búsqueda de la innovación, nuevos desarrollos, la transferencia de la tecnología y la colaboración con la empresa. En su recorrido profesional ha logrado 52 familias de patentes, en su mayoría en explotación, con más de 100 extensiones internacionales y ha publicado más de 250 artículos técnicos.
Estudió Ingeniería Industrial en la EINA, y ya en los primeros años de carrera empezó a ver que la electrónica de potencia podía llegar a ser su especialización. A ella se ha dedicado en los últimos 16 años con una amplia variedad de aplicaciones con gran impacto en el ámbito doméstico, industrial, biomédico y de automoción.
Ahora, la Real Academia de Ingeniería (RAI) reconoce esa trayectoria con el Premio Agustín de Betancourt. Óscar Lucía es “uno de los jóvenes investigadores más prometedores que tenemos en Zaragoza”, destaca el profesor Manuel Silva, académico de la RAI, Catedrático de la Universidad de Zaragoza e investigador del I3A. Por un lado, estos premios “son una obligación moral. Hay que potenciar a la gente joven, particularmente a las promesas de la Ingeniería”, afirma. Por otro lado, confiesa que le resulta “un enorme placer contemplar cómo se abren paso nuevas ideas y desarrollos con impacto técnico, económico y social”.
De las líneas en las que trabaja Óscar Lucía, junto a su grupo de investigación, el profesor Silva destaca dos. La inducción, en primer lugar, “muy tradicional en Zaragoza, que arrancó con el profesor Tomás Pollán”. De aquellos inicios, Manuel Silva recuerda con satisfacción que la primera preparación culinaria hecha con un prototipo de cocina de inducción se remonta a 1982, con la empresa Balay. “Se buscó una cocción que demandase mucho calor, durante un tiempo relativamente importante, fue un chocolate a la taza. Se emplearon contundentes libras de Chocolate Robustiano Pollán, de La Bañeza, producto creado por el abuelo de Tomás Pollán. Ni que decir tiene, aquel chocolate nos supo a gloria”, apunta Silva. Y, por otro lado, señala a los sistemas de electroporación, “como una segunda línea de investigación más personal y muy prometedora con un potencial de transferencia muy notable”, añade.
El premio valora los resultados de investigación y transferencia en electrónica de potencia y su impacto en sistemas electrodomésticos, de vehículo eléctrico y biomédicos. Todo ello, ha dado lugar a la publicación de más de 250 artículos técnicos en revistas y congresos, la solicitud de más de 50 familias de patentes extendidas en su mayoría internacionalmente, así como la colaboración con empresas internacionales y creación de numerosos productos.
La tarea investigadora realizada ha sido fundamental para que la Universidad de Zaragoza haya sido reconocida, en varias ocasiones, por la editorial de referencia en el ámbito científico Clarivate (antigua Thomson Reuters) como líder mundial en investigación en electrodomésticos en su informe “The State of Innovation”.
Asimismo, los resultados de los sistemas electrónicos de potencia aplicados a vehículo eléctrico han dado lugar a más de 15 patentes y a productos implantados en fabricantes de vehículos europeos. Finalmente, la labor llevada a cabo por el grupo de investigación ha permitido el diseño de nuevos generadores de electroporación para tratamiento de cáncer que han sido patentados y licenciados y están en fase de experimentación pre-clínica.
La Real Academia de Ingeniería otorga dos tipos de premios, uno de ellos más centrado en la investigación y otro en el desarrollo industrial. Son los premios “Agustín de Betancourt y Molina” y “Juan López de Peñálver”, con los que se reconocen trabajos originales y relevantes con perfiles profesionales de Ingeniería de Telecomunicaciones, Informática e Industriales. En esta última edición se presentaron 118 candidaturas, 81 de ellas para el premio Betancourt, sólo una era de Aragón y resultó ganadora. Los dos premios han sido para ingenieros industriales y se otorgan también seis medallas.
En ediciones anteriores se han concedido medallas a otros investigadores aragoneses, Estefanía Peña y Miguel Ángel Pérez, ambos del I3A, y Víctor Sebastián Cabeza, del INMA.
En las fotografías
Óscar Lucía junto a Manuel Silva Manolo Silva, académico de la Real Academia de Ingeniería; José Miguel Burdío, su director de tesis y coordinador del grupo de investigación GEPM, con quien colabora en el día a día en investigación y docencia y Héctor Sarnago, a quien le dirigió la tesis y desde que terminó en 2013 forman un grupo de investigación muy cercano, en el laboratorio y en la gestión de los proyectos.