Enhorabuena por este nombramiento como presidenta de la Asociación Científica Computability in Europe, ¿Cómo afronta este reto?
La verdad es que lo afronto con mucha ilusión, desde su creación en 2005 Computability in Europe (CiE) me ha ayudado mucho en mi investigación, tanto como foro donde presentar mis resultados como por todas las ideas y contactos que me he traído de sus congresos. Ahora quiero devolver algo de esto contribuyendo a que la asociación siga creciendo.
Y tenemos mucho por donde crecer, acabamos de celebrar nuestra conferencia anual y el ambiente era de ebullición, en medio de una pandemia mundial tenemos multitud de ideas para que nuestra investigación ayude a la resolución de esta crisis y, además, hemos redescubierto durante el confinamiento que la investigación es libertad.
¿Cuáles son los objetivos de esta asociación?
El principal objetivo de CiE es promover la investigación en computabilidad. La computabilidad es la habilidad para resolver un problema mediante un algoritmo. Alrededor de la gran pregunta de encontrar y aprovechar los límites de los ordenadores y los algoritmos, la computabilidad busca respuestas entre la informática y las matemáticas, con muchas ramificaciones en ciencia e ingeniería que incluyen biología y física.
La asociación tiene más de mil socios y organiza una conferencia anual desde 2005. Este año la conferencia qua acaba de terminar ha sido virtual y ha contado con más de 300 participantes. También editamos una revista científica, "Computability" y una colección de libros de investigación, "Theory and Applications of Computability".
Hemos celebrado nuestra primera edición del premio Barry Cooper, en honor a nuestro presidente fundador. El premiado ha sido el investigador francés Bruno Courcelle, autor del celebrado Teorema de Courcelle que permite resolver eficientemente (en lo que nosotros llamamos tiempo lineal) multitud de problemas importantes sobre bases de datos, grafos, inteligencia artificial o verificación de modelos, “model checking”, entre otros.
Y, ¿qué le gustaría crear o poner en marcha desde la Asociación CiE en momentos tan complicados?
Uno de mis principales objetivos es que reflexionemos y reaccionemos al reto de celebrar reuniones científicas de forma virtual. El contacto humano es insustituible y muchos hemos hecho avances interesantes durante discusiones informales después de sesiones de un congreso, pero, por otro lado, algunos investigadores no han podido viajar por razones de conciliación o simplemente económicas. Y, este año, hemos podido asistir a muchas conferencias virtuales, a veces a varias de forma simultánea. Debemos plantearnos si podemos tener lo mejor de las dos modalidades, reuniones híbridas en las que haya tanto videoconferencias como conferencias presenciales.
Además, es importante que mejoremos nuestra comunicación con la sociedad, divulgando a todos los niveles nuestro trabajo de investigación. Por ejemplo, la computabilidad tiene muchos retos científicos relacionados con la biología y las ciencias de la salud que, en estos momentos, son particularmente relevantes. Me gustaría que en cada congreso científico que celebremos haya hueco para una charla de divulgación menos especializada, aprovechando que nuestra comunidad incluye a grandes comunicadores.
¿Se puede unir la Informática, con las Matemáticas, la Biología y la Física? Dicho así parece complejo, pero en ciencia hay un gran desarrollo de equipos multidisciplinares…
El gran fundador de la computabilidad es Alan Turing, un investigador excepcional y polifacético que no ponía etiquetas ni barreras. Su espíritu es inclusivo, Turing exploró los límites de la computación con su máquina de Turing, fue precursor de la inteligencia artificial con su test de Turing e hizo contribuciones a la biología y al estudio de los sistemas de reacciones químicas que hoy sabemos muy cercanos a la computación bioinspirada.
En CiE promovemos la investigación en computabilidad según el espíritu de Turing. Por dar una idea de hasta dónde llegamos, en esta edición hemos tenido una charla plenaria de Damien Woods, experto mundial en algoritmos moleculares y auto-ensamblado de ADN y una sesión especial centrada en los algoritmos justos, es decir, en cómo detectar, controlar y evitar el sesgo de un algoritmo hacia un colectivo.
En esta época de pandemia que nos ha tocado vivir, la investigación se ha volcado en aportar ideas, proyectos reconvertidos… ¿Qué cree que se ha aportado desde la computabilidad?
Por poner un par de ejemplos concretos de dónde ha estado y estará la investigación más cercana a computabilidad en esta crisis del COVID-19, puedo hablar de filogenia computacional y de secuenciación de ARN. Todos hemos leído en los periódicos que es importante conocer la evolución del virus en su expansión en la población, incluso nos han mostrado estudios que reflejan cómo algunas variantes del virus tienen mayor letalidad que otras.
Si miramos las bases de datos aparecen sólo unas 55.000 secuencias completas del ARN del virus que causa la enfermedad, cuando el número de casos diagnosticados, en general a través de fragmentos de dicho ARN, sobrepasa los diez millones. Y si consultamos el árbol filogenético que refleja cómo ha evolucionado dicho virus nos encontramos con que está hecho sólo a partir de unas 3.000 de estas secuencias completas.
La primera razón de esta información tan limitada es el coste de encontrar el árbol evolutivo o filogenético que mejor explique la evolución del virus. Se trata de un problema de los que denominamos intratables computacionalmente hablando y resolverlo completamente no es viable. Contar con algoritmos que se acerquen a una solución y que sean suficientemente escalables para trabajar con esas 55.000 secuencias de unas 30.000 bases cada una es un reto en el que trabajan muchos investigadores.
Por otro lado, la propia obtención de las secuencias tiene muchas dificultades, principalmente en el plano computacional más que en el laboratorio. Ahora contamos con una secuencia de referencia del virus, pero sin ella, las secuencias de ARN simples, al contrario de las dobles de ADN, tienen muchos más problemas de lectura al replegarse sobre sí mismas y formar pseudonudos que hay que modelar utilizando lo que se llaman gramáticas, cuya inferencia choca con problemas computacionalmente irresolubles. Aquí, los retos son numerosos intentando equilibrar utilidad y precisión.
¿Qué deberíamos hacer para que la sociedad viera la importancia de disciplinas como las matemáticas o la informática en la vida diaria, desde la salud hasta áreas más industriales?
Es importante mantener canales abiertos entre investigadores y sociedad, no todos somos grandes comunicadores, pero sí debemos encontrar el tiempo para explicar nuestro trabajo en muchos foros. Yo misma he dado recientemente una charla en el colegio de mis hijos sobre mi investigación y la respuesta de los niños ha sido emocionante.
¿Cómo es el desarrollo de la computabilidad en Europa?
Hay una gran historia detrás de la computabilidad, sobre todo entre Europa y Estados Unidos. La figura de Alan Turing ha sido muy importante, en el año 2012 celebramos el centenario de su nacimiento con un programa de seis meses en la Universidad de Cambridge. En Europa destacan las escuelas alemana, inglesa e italiana.
Pero en realidad, la palabra Europa en nuestro nombre es una limitación. La asociación se formó alrededor de investigadores que habíamos colaborado en proyectos europeos, de ahí la E, pero actúa como una asociación mundial de computabilidad, ya que no tiene equivalentes en otros continentes, quizás sea el momento de cambiar el nombre a CiW.
Es la primera mujer española que asume la presidencia de la Asociación CiE, ¿está cambiando la tendencia, hay mayor presencia de mujeres investigadoras? ¿Ve mucha diferencia con el resto de Europa?
La asociación ha tenido cuatro presidentes desde 2005, Barry Cooper del Reino Unido, Dag Normann de Noruega, Paola Bonizzoni de Italia y ahora yo. Sólo es anecdótico que sean dos hombres y dos mujeres.
Desde CiE somos muy conscientes de la menor presencia de mujeres en la investigación en computabilidad. En concreto, vemos que hay una importante diferencia entre el número de mujeres que empieza los estudios de doctorado y las que terminan trabajando en investigación, una diferencia mucho mayor que en el caso de los hombres. No es un problema que dependa del país, aunque algunos sistemas universitarios como el alemán que extreman la movilidad que se requiere en una carrera investigadora pueden agravarlo.
¿Tiene pensado implantar alguna acción dentro de la Asociación en materia de igualdad de oportunidades?
Por supuesto no nos resignamos y tenemos algunas iniciativas para intentar modificar esta tendencia del mayor abandono de las mujeres, en concreto un programa de mentoras en el que investigadoras con experiencia introducen a las más jóvenes a la comunidad y un programa de cuidado de niños durante los congresos que ayuda a cualquier investigador con menores a su cargo pero que tiene un mayor efecto para el caso de las mujeres.
Elvira Mayordomo Cámara es doctora en Matemáticas y postgrado en Informática. Catedrática de la Universidad de Zaragoza, pertenece al área de Lenguajes y Sistemas Informáticos del Departamento de Informática e Ingeniería de Sistemas en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura (EINA), donde es profesora.
Investiga en Ciencias de la Computación y Tecnología Informática, dentro del Grupo COS2MOS del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A).