Marina Pérez Aliacar, estudiante de doctorado e ingeniera industrial, logra una de las becas Fulbright que le llevará en septiembre a hacer una estancia de nueve meses en la Universidad de Texas de Austin, donde podrá ampliar su proyecto de investigación predoctoral.
Esta joven investigadora trabaja en el Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A) de la Universidad de Zaragoza desde 2021, pertenece al grupo de Tissue Microenvironment Lab (TME Lab) y está realizando su último año de tesis. Dirigida por el Dr. Manuel Doblaré, su tesis se centra en el desarrollo de modelos matemáticos para simular la adaptación celular en la evolución tumoral, en particular para el glioblastoma, un tumor cerebral muy agresivo con una tasa de supervivencia muy baja. Una línea de investigación muy importante porque la adaptación celular “juega un papel clave en muchos procesos de cáncer como por ejemplo el desarrollo de la resistencia a fármacos.”
La beca Fulbright es uno de los programas más reconocidos y prestigiosos a nivel mundial. Permite las colaboraciones internacionales para el desarrollo de proyectos científicos multiculturales. El programa, que ofrece estancias de 6 a 12 meses para investigadores predoctorales, concede becas en más de 160 países, becas que son difíciles de obtener con tan solo 10 para todas las especialidades a nivel nacional en esta convocatoria.
Con esta beca, Marina va a trabajar en el Centro de Oncología Computacional de Austin en los Estados Unidos desde septiembre de 2024 hasta junio de 2025 bajo la supervisión del Dr. Thomas Yankeelov, el director del centro. “Estamos hablando de un país que da mucha importancia a la investigación”, recuerda Pérez Aliacar. Eligió la Universidad de Texas y al grupo del Dr. Yankeelov porque su tesis se alinea con las investigaciones que se hacen allí y porque conoce el trabajo que lleva a cabo el grupo de investigación.
Durante su estancia, de un total de 9 meses, va a utilizar los modelos matemáticos de adaptación celular que desarrolló en Zaragoza para predecir la respuesta al tratamiento del glioblastoma utilizando datos de pacientes reales. “Una gran oportunidad en un centro que tiene muchos contactos con hospitales y que me va a permitir extender los modelos al caso real de los pacientes para luego poder importar esa forma de trabajar a España con el objetivo final de encontrar la mejor alternativa terapéutica para cada enfermo”. Marina Pérez reconoce que es un paso importante para su tesis, pero también puede ayudar a la sociedad. Su estancia será, además, muy interesante y enriquecedora para ver y aprender las diferentes técnicas de investigación de investigadores de otros países.
Este programa de becas fue creado en 1946 por James William Fulbright que lo describió como un programa que “se propone aportar un poco más de conocimiento, un poco más de razón y un poco más de compasión a los asuntos mundiales y aumentar de esa manera la posibilidad de que al fin las naciones aprendan a vivir en paz y amistad”.
Esta joven investigadora del I3A Unizar se muestra feliz. “La verdad, estoy muy contenta y muy orgullosa porque había oído hablar de las becas Fulbright porque son becas muy prestigiosas y conocidas en el mundo de la investigación. Cuando decidí pedirla sabía que era una cosa difícil”. Pasar la primera fase y llegar a la entrevista fue para ella un “motivo de alegría” seguido de un sentimiento de felicidad al conseguirla, “cuando me la dieron la verdad que no me lo creía.”
Una carrera científica que le estaba destinada desde su infancia. “A mí, desde pequeña me había gustado siempre tanto la Biología como las Matemáticas”. Fue en el momento de elegir su especialización cuando decidió orientarse más hacia Física, Matemáticas e Ingeniería por su interés en resolver problemas y afrontar retos. Así, la Ingeniería Industrial fue un buen compromiso para hacer lo que le gusta. Estudió en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza y, luego, empezó a trabajar en el I3A para hacer su trabajo de fin de grado en el grupo TME Lab, grupo multidisciplinar con profesionales de Biología, de Ingeniería y de Matemáticas. “Una gran oportunidad para conciliar la Ingeniería con la Biología en una línea de investigación”, añade Marina Pérez Aliacar.